Por: Paula Tamayo
Convivir con la familia no es sencillo. Somos seres humanos que velan por sus propios intereses y estos intereses muchas veces pueden dejarnos llevar y cometer actos que afecten a nuestros compañeros de vida aún sin darnos cuenta. La vida familiar en tiempos de pandemia se ha visto afectada por este motivo. No es novedad que actualmente miembros de este sistema se sientan desplazados, ansiosos y cansados de tanto contacto con sus familiares y tiendan siempre a reaccionar de manera explosiva ante las problemáticas normales que implica vivir en el entorno familiar.
El conflicto en la Familia:
“El conflicto por sí mismo no es un fenómeno completamente negativo para el desarrollo de la vida familiar, ya que las confrontaciones pueden ayudar a crear un clima propicio para promover la participación e iniciar la reconciliación” (Como se cita en Tolino y Hernández, 2011). Se debe recordar que el problema central se encuentra en la baja capacidad de los miembros de la familia para resolver estos conflictos y no en el conflicto en sí.
Es por esto que se vuelve necesario exponer ciertos hábitos que pueden ser útiles para que el ambiente familiar sea saludable y bueno en estos tiempos de pandemia.
Tips que te ayudarán a llevar una vida familiar saludable:
- Hablar sobre tus sentimientos: Cuando nuestras emociones van en armonía con nuestro comportamiento, los lazos familiares pueden reforzarse o romperse. Para fomentar un buen ambiente familiar es necesario hablar sobre cómo nos sentimos y tratar los problemas a través del diálogo. Es importante que cada una de las personas que conforman la familia acepte y apruebe una decisión, es decir, que todos estén de acuerdo con la solución encontrada al problema. Esto generará sentimientos positivos tales como la calidez, sensibilidad y empatía que traerán consecuencias positivas al hogar (Tolino y Hernández, 2011).
- Entender los sentimientos de los demás: Niños, padres, hijos y familiares sienten distinto. En época de pandemia, es importante recordar que el hecho de estar encerrados causa frustración y agobio en todas las personas por lo que es esperable que algunas reaccionen distintamente ya que somos seres humanos que procesan emociones de manera diversa; sin embargo, como familia debemos ser comprensivos y empáticos con el otro, fomentando un ambiente de confianza y consolación. Si alguno de los miembros familiares se siente fatigado, triste, angustiado o perdido, los demás deben ser de apoyo y no centrarse en criticar su forma de manejar la situación. Esto traerá beneficios tales como el sentimiento de ser escuchado y comprendido, lo cual creará un vínculo más fuerte en la relación familiar.
- Crear espacios para cada miembro de la familia: Debido a que la pandemia redujo todo a un solo lugar de convivencia como es la casa, es importante el establecer lugares específicos para determinar qué espacios utilizará cada miembro de la familia y en qué ocasiones. Así se evitarán los problemas relacionados con el área en el que se desenvolverá una persona ya que no chocará con los intereses de la otra. Es recomendable también determinar horarios claros para las actividades que cada uno realizará en el día. El estar en casa nos hace perder la noción del tiempo lo cual desencadena molestia en los demás miembros de la familia. La solución a este problema se puede encontrar en el acto de determinar horas específicas para cada trabajo.
- Diviértete en familia: La vida no gira solo en torno a las responsabilidades y al trabajo, sino también en el descanso y la tranquilidad. Es por este motivo que es bueno crear espacios donde la familia abandone el estrés y se distraiga, procurando un tiempo de diversión y descanso que tanto hace falta. Algunos ejemplos de actividades
recreativas en familia pueden ser: cocinar juntos, tener una noche de películas, tener un espacio de juegos de mesa, o salidas al jardín para platicar un poco acerca de cualquier tema. Esto trae consecuencias positivas que, sobre todo, refuerzan el vínculo familiar y ayudan a que el convivir en familia sea más llevadero. - Aprende a escuchar: Las personas necesitamos expresarnos, pero también necesitamos que esta expresión sea escuchada. El saber escuchar trae beneficios en las emociones de las personas ya que si nosotros nos mostramos atentos a la información que nos dice nuestro ser querido y respondemos conforme a las palabras que recibimos, evitamos malos entendidos, estrechamos lazos familiares, fomentamos la confianza, descubrimos el modo de ver el mundo por parte de la otra persona y nos volvemos seres que pueden aportar con cariño y apoyo (Calderón y Silva, 2018). Debido a la pandemia, las emociones se encuentran en constante cambio dentro de nosotros. Es importante sacarlas y, sobre todo, tener alguien con quien expresarlas y es ahí donde la familia debe aparecer.
Para recordar:
En muchas ocasiones, los conflictos familiares no solucionados a su debido tiempo son aquellos que causan mayor malestar en el futuro. En pandemia, estos problemas pendientes de resolver son los responsables de un mayor choque dentro de los miembros de la familia. Es por esto que se vuelve crucial identificar el verdadero problema que desencadena los conflictos dentro del hogar que se hacen evidentes en la actualidad.
Muchas de las dificultades familiares necesitan de una mirada externa que pueda determinar cuál es el motivo principal del malestar en la familia. Existen ocasiones en las que podemos seguir todos los tips y recomendaciones que, en supuesto, deberían ayudar a mejorar el entorno familiar, pero por más que nos esforcemos, se vuelve imposible lograrlo. Cuando esto sucede es bueno considerar la idea de asistir a terapia para que alguien más pueda brindar un punto de vista distinto y nos ayude a encontrar la manera correcta de seguir
avanzando.
Referencias:
Calderón, K. A. H., & Silva, A. K. L. (2018). La escucha activa como elemento necesario
para el diálogo. Revista Convicciones, 5(9), 83-87.
Fernández-Henarejos, A. C. T., & PRADOS, M. Á. H. (2011). Luces y sombras de la convivencia familiar. International Journal of Developmental and Educational Psychology, 2(1), 541-552.