Por: Josué Ramos.

A lo largo de la vida de una persona, se suscitan hechos y circunstancias que marcan y dejan huella en la memoria del individuo. Algunos acontecimientos, son recordados con agrado y satisfacción; como una graduación, el ascenso a un puesto de trabajo o un cumpleaños, y otros que pueden ser recordados con descontento, considerados como eventos hostiles o poco gratos para la persona. Sin embargo, ¿qué sucede con aquellos acontecimientos que son considerados como eventos traumáticos?

Estos acontecimientos, considerados como “eventos traumáticos” son situaciones  en donde se pone en juego los recursos que tiene la persona para afrontar una situación particular, y que a su vez,  ésta demande una respuestas emocional, como pueden ser: el enfrentar  la muerte de un ser querido, el atravesar un estado de salud crónica a causa de una enfermedad catastrófica o una situación en donde estuvo en peligro la integridad de la persona. Estos eventos pueden generar lo que se denomina un estado de “crisis”.

“La crisis es un estado temporal de desorganización, caracterizado principalmente por la incapacidad del individuo para abordar situaciones particulares utilizando métodos acostumbrados para la solución de problemas (Slaikeu, 1988)”.

 Es decir, que la persona, ante un evento traumático ya ha tratado de resolver su conflicto usando el sentido común y sus medios de afrontamiento, y en el caso de que la persona no esté en condiciones de realizarlo, alguien de su alrededor le ha brindado apoyo, no obstante, el sujeto no muestra mejoría, por lo que las soluciones de sentido común, y sus mecanismos de  confrontación no han sido satisfactorias para que el sujeto logre salir del estado de crisis. Es allí en donde la persona requiere una intervención en crisis.

Contando con la participación de un profesional, el sujeto que está atravesando una situación particular, que por su nivel de complejidad, la persona no ha podido salir airosa con sus propios esfuerzos, el especialista logrará proporcionar herramientas de afrontamiento al individuo, para salir adelante de su lucha e incluso, generando en el paciente recursos personales para afrontar un próximo evento.

El trabajo con el interventor consiste precisamente en explorar e inspeccionar las posibilidades de cambio con sus consultantes. Rodríguez (2019) afirma “En conjunto con los pacientes, se debe decidir qué entrada puede ser la mejor en cada momento del proceso terapéutico. Lo importante es que hay una amplia gama de posibilidades diferentes para promover cambios” (p.50).  

En conclusión, lo que está en las manos del profesional es tratar de asegurarse que con las técnicas y habilidades que posee, éste pueda proporcionar una intervención en crisis donde pueda ajustarse lo mejor posible a la necesidad del consultante, con el objetivo de proporcionar bienestar con los medios, técnicas y enfoques para alcanzar su meta.

El estado de Crisis, es un tema que requiere ser tratado a tiempo, con suma urgencia e importancia, para evitar posteriormente una desregulación en el funcionamiento de la persona. Estamos dispuestos a ayudarte.

Bibliografía

Rodríguez, A. (2019). Manual de psicoterapias. Toría y técnicas. Barcelona: Herder.     

Slaikeu,K.A. (1988). Intervención en Crisis. México: Manual Moderno